INFLUENCIAS DE LOS ECLIPSES DE SOL EN EL IMPERIO INCA | Rubén Jungbluth

FORO INTERNACIONAL EN HOMENAJE AL CENTENARIO DEL NATALICIO DEL DR. SERGE RAYNAUD DE LA FERRIÈRE
Cusco, 09 de enero de 2016

 

INFLUENCIA DE LOS ECLIPSES DE SOL  EN EL IMPERIO INKA

 

Geólogo y Cosmobiólogo Rubén Jungbluth (Perú)

(raja@astrovision.us      www.astrovision.us)

 

Influencia de los Eclipses de Sol en el Imperio Inka:

Geólogo y Cosmobiólogo Rubén Jungbluth (Perú)

 

Cada día que transcurre, los historiadores y arqueólogos nos presentan un mayor número de evidencias que demuestran los avances sorprendentes que lograron los Incas en cuanto a ingeniería, agricultura, medicina y  organización social. Asimismo, nos muestran evidencias de que los Incas destacaron en astronomía y fueron grandes cultores del Sol (más como veneradores que como supersticiosos); sin embargo, manifiesto que no hemos encontrado trabajos que sustenten una relación cosmobiológica entre los eclipses y los  Incas.

Es posible que esta falta de información se deba, por un lado, a prejuicios y, por otro lado, al poco acceso a la información sobre los eclipses pretéritos y la manera en que se trabajan las fechas en que ocurrieron estos fenómenos. También es posible que se deba al hecho de que los Incas no dejaron escritura y que, si hubieran dejado algún testimonio, este habría sido destruido por los españoles. Mas, apoyándonos en los Comentarios Reales (cap. 23), obra que señala que los incas “pronosticaban (a semejanza de los astrólogos) que les había de venir algún grave castigo”, así como en nuestras investigaciones sobre los efectos de los eclipses de Sol en todo tipo de eventos alrededor del globo (sustentadas en la obra Cuando el Cielo se Viste de Negro, Editorial EPISTRE 2014), me propuse comprobar cuánto de realidad habría en los relatos que señalan que los eclipses de Sol desempeñaron un papel importante en el Incanato.

Los resultados son positivos: el crecimiento, apogeo y caída del Imperio Inka respondieron a: (1) los efectos de la ausencia momentánea de la luz solar que experimentara el Tahuantinsuyo entre 1438 y 1525, y (2) los efectos de los eclipses de Sol que ocurrieron mucho antes de la creación del Tahuantinsuyo, pero cuyas influencias regularon las acciones de convergencia y convulsión social, siguiendo ciclos de 29,5 años (aquí es importante acotar que las influencias de un eclipse de Sol se asemejan a las de un “volcán dormido” que pasa años sin actividad y se activa súbitamente). Expliquémonos:

Las correlaciones históricas señalan que, tras vencer a los chancas, alrededor del año 1438, los incas liderados por Pachacútec (que significa el transformador, el que genera el cambio), reorganizaron el Curacazgo del Cusco, iniciando una etapa de crecimiento imperial nunca antes vista en esta parte del mundo, geográficamente conocida como el Tahuantinsuyo.

Continuando con la etapa de expansión del Tahuantinsuyo, en 1471, Túpac Yupanqui enrumba al imperio hacia su esplendor o apogeo, pero paralelamente tiene que sofocar a un número creciente de comunidades rebeldes que no querían someterse al Incanato. Huayna Cápac, considerado el último gobernante del periodo de esplendor Inka, asume el control del Tahuantinsuyo en 1493. En 1525, los hijos de Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa, iniciaron un enfrentamiento porque ambos consideraban que tenían derecho a gobernar el imperio, lo que terminó en una guerra civil (1527–1532) que puso fin al Imperio Inka.

¿Qué nos muestran las tablas astronómicas que registran los eclipses de Sol pretéritos? Que entre 1431 y 1539 dieciséis eclipses de Sol oscurecieron los cielos de las distintas áreas geográficas que conformaron el Tahuantinsuyo (tabla 1 y figura 1). Estos son los eclipses del crecimiento, apogeo y caída de la Civilización Inka, entre los que destacan los eclipses ocurridos en 1438 y 1525 (figura 2), precisamente, los años que marcan los inicios de la expansión y contracción del Tahuantinsuyo.

Antes de continuar, señalaremos que un eclipse de Sol es un fenómeno que se produce cuando la Luna oculta al Sol, claro está, desde la perspectiva de la Tierra (figura 3). Dicho ocultamiento proyecta dos trayectorias de oscuridad: umbra (oscuridad total) y penumbra (oscuridad limitada). Ahora bien, al estudiar las influencias de los eclipses de Sol en las personas y sus actividades, la cosmobiología nos dice que debemos tener en cuenta las siguientes consideraciones:

  1. Un eclipse de Sol anuncia la venida de un cambio, que afecta no solo a un individuo en particular sino a colectividades de determinadas regiones del planeta.

  2. La trayectoria de la umbra u oscuridad total de un eclipse de Sol, que dura escasos minutos, tiene hasta 4 años para proyectar sus influencias; en su nivel inferior, “provoca” crisis económicas, epidemias y hambrunas; e impulsa protestas y hasta acciones de guerra; sobre todo, cuando la trayectoria de la umbra o sombra atraviesa el país de los protagonistas.

  3. Al analizar los efectos de los eclipses de Sol para largos periodos de tiempo (siglos), encontramos que estos renuevan sus influencias cada 29,5 años.

  4. Un eclipse de Sol es una línea de tiempo que une un evento pasado con su presente y futuro. Podemos apreciar su influencia catorce años antes de producido el oscurecimiento y decimos lo propio catorce años después de la ocurrencia del eclipse.

Ahora sí, y continuando con nuestra exposición, trasladémonos hasta la tarde del 3 de abril de 1438, momento en que un eclipse anular oscureció no solo el Perú sino toda la América del Sur (figura 4), y su umbra cruzó los actuales territorios de Ecuador y Perú (figura 5). Es en este punto que el cosmos anunció que “algo” nuevo iba a florecer en Sudamérica, algo hecho por sudamericanos y para sudamericanos, sin la intervención de individuos de otros continentes, y el comienzo de este “algo” le correspondió a Pachacútec: la construcción del Tahuantinsuyo; pero dicha construcción conllevaba una guerra civil, la que libraron  los Chancas y los Incas. ¿Por qué sucedió esto? Porque las respuestas primarias que sustentan los efectos que desencadenan las umbras de los eclipses de Sol las encontramos en las guerras civiles. Podemos citar como ejemplos en el Perú (figura 6): la Rebelión de 1854 y la Guerra Civil de 1856–1858, respuestas a las influencias del eclipse de Sol del 30 de noviembre de 1853, que oscureciera el sur del Perú; y la guerra de S.L. contra el Estado Peruano, respuesta a los influjos del eclipse de Sol del 10 de agosto de 1980, que también oscureciera el sur del Perú; y podemos citar como ejemplos en el mundo (figura 7): las Revoluciones de 1917 y Guerra Civil de 1917–1923 en Rusia, respuestas a las influencias de los eclipses de Sol del 23 de enero y 19 de junio de 1917, que oscurecieran Rusia; y la Guerra de la Liberación, etapa final de la Guerra Civil China (1927–1950), que llevó a la fundación de la República Popular China (1 de octubre de 1949), respuesta a los influjos del eclipse de Sol del 9 de mayo de 1948, que oscureciera el sur de China.

Los ejemplos expuestos, entre los muchos que podríamos citar (Véase Cuando el Cielo se Viste de Negro, un libro sobre las influencias de los eclipses de Sol en las vidas de las personas, instituciones y países), respaldan a 1438 como el año de la Guerra Chanka–Inka, e indican que el eclipse del 3 de abril de 1438 “desencadenó” una gran violencia armada, pero también que no concluyó en dicho año, a juzgar por la premisa de que los primeros efectos de un eclipse de Sol se extienden hasta aproximadamente 4 años después de su ocurrencia. Esta guerra no se extendió más allá de 1444, porque en ese año la conjunción Júpiter–Saturno señaló que se pondría en marcha un nuevo orden: el Orden Inka. Según la cosmobiología, las conjunciones entre Júpiter y Saturno inclinan a las psicologías a desarrollar nuevos órdenes sociales. (La conjunción Júpiter–Saturno de 1444 tuvo características astronómicas idénticas a las del año 650 que, según William Sullivan, en su libro El Secreto de los Incas, se asocian con el surgimiento del Imperio Huari).

Pero aún hay más y, para hacerme comprender mejor, tomaré la figura de Mao Tse–tung como ejemplo. Él nació en el tiempo en que se formó la conjunción Neptuno–Plutón.

Según la cosmobiología, los ángulos de cero grados entre los planetas, más conocidos como conjunciones, traen consigo el inicio de un periodo, una época, una era, cuya duración está en relación con el tamaño de las órbitas y las velocidades de los planetas (figura 8). Las acciones independentistas asociadas con la conjunción entre Marte y Júpiter se renuevan cada dos años; en tanto que las expresiones políticas, sociales y culturales unidas por un pensamiento y una psicología que envuelve a toda la humanidad, que se renuevan cada 500 años aproximadamente, están asociadas con la renovación de la conjunción Neptuno–Plutón.

Entonces, para estudiar la duración de las dinastías, imperios, y civilizaciones tenemos que recurrir a la conjunción Neptuno–Plutón y, por ende, conocer qué individuos podrían haberse “sintonizado” con esta conjunción a causa de su nacimiento, pues son los “seres predestinados” para emprender un gran cambio que afectará a grandes colectividades para bien o para mal, “seres predestinados” para poner en marcha la época nueva. Esto le sucedió a Mao y también a Pachacútec. Ambos personajes están separados por 500 años de historia. No tenemos la fecha exacta del nacimiento de Pachacútec, pero sus biógrafos apuntan a que él nació a inicios del siglo XV, justo dentro del tiempo de renovación de las influencias de la conjunción Neptuno–Plutón (en el campo de la cosmobiología, las influencias de la conjunción Neptuno–Plutón las encontramos desde 10 años antes hasta 10 y 15 años después de producirse el encuentro astronómico entre estos dos planetas).

Por la naturaleza de sus acciones militares y la edad aproximada en que impuso su liderazgo, Pachacútec debió haber nacido entre 1395 y 1405. Astronómicamente hablando, la conjunción Neptuno–Plutón ocurrió en 1398–1399; luego, Pachacútec nació inmerso en las influencias de esta conjunción planetaria, para poner el punto de partida de un largo periodo de gloria para los Incas, el Perú y América del Sur.  (Si pensamos que Pachacútec nació en 1398 o entre 1397 y 1400, es probable que no erremos).

No podemos dejar de mencionar que el ciclo de 500 años, que mantiene la directriz mundial que “impone” la conjunción Neptuno–Plutón, experimenta modificaciones y hasta interrupciones a causa de los ciclos que forman la conjunción Urano–Neptuno (que se renueva cada 172 años) y la conjunción Urano–Plutón (que se renueva cada 110–140 años), que “impulsan” a los individuos a desarrollar corrientes político-sociales que se consideran innovadoras con respecto al ciclo precedente. Bajo este enfoque, Pachacútec puso en marcha un tiempo de crecimiento y desarrollo político-social en el que destacó el progreso material, algo propio de la conjunción Urano–Plutón, que se presentó en 1455–1456, y Túpac Yupanqui puso en marcha un tiempo de crecimiento y desarrollo político-social en el que destacó la cultura, algo propio de la conjunción Urano–Neptuno, que se manifestó en1478–1479.

Los años 1478–1479 (años de la conjunción Urano–Neptuno) contienen la fecha de nacimiento de Francisco Pizarro, quien “impuso” la cultura europea a los Incas. De allí que podríamos plantear como hipótesis de trabajo que: “tras el encuentro con Europa, la Civilización Inka evoluciona visible o subterráneamente de acuerdo con el ciclo que desarrolla la conjunción Urano–Neptuno, que se renueva cada 172 años y proyecta nuevos rumbos sociales y culturales a la mitad del ciclo”.  Citamos como ejemplos de la mitad de este ciclo el nacimiento de Túpac Amaru II en 1741 y la exposición de Machu Picchu al mundo en 1911; y como renovación del ciclo, la independencia del Perú (1821) y los años alrededor de 1993 que proyectaron y continúan proyectando pensamientos y acciones de las diferentes etnias andinas en pro de un resurgimiento de la Civilización Inka, que esperamos se cristalice por gran convergencia en 2082 (mitad del ciclo Urano–Neptuno reiniciado en 1993), si no lo que verían las generaciones futuras sería una gran oportunidad perdida.

Retomado el eje de nuestra exposición, señalamos que entre 1439 y 1524, años del periodo superior del Incanato, conocido como Tahuantinsuyo, diez eclipses de Sol surcaron sus cielos (tabla 2 y figura 9); por lo tanto, es de suponer que los efectos de estos eclipses debiéramos verlos en la anexión de comunidades costeñas y andinas al Imperio Inka en expansión. Dentro de este grupo de diez eclipses destacamos los ocurridos el 25 de marzo de 1485, el 9 de septiembre de 1513, el 6 de marzo de 1514 y el 10 de octubre de 1521 (figura 10).

Estos eclipses contribuyeron a la expansión del Tahuantinsuyo, una expansión que, a juzgar por los efectos de este tipo de fenómeno, se logró por medio de las armas y debió sofocar sublevaciones de colectividades y resolver conspiraciones; por ende, fue una expansión que contribuyó al aumento de pobladores descontentos en grupos que años más tarde iban a intervenir en favor de los invasores españoles. No descartamos el hecho de que algunos de estos eclipses de Sol habrían causado miedo y terror a algunas colectividades andinas que se hubieran sometido a la conquista expansionista del Incanato sin ofrecer resistencia alguna.

Entre estos eclipses, el del 25 de marzo de 1485, que unió a Perú y España, poniendo en marcha el reloj que marcó la caída del Imperio de los Incas, y el eclipse del 10 de octubre de 1521, el último que vería el emperador Huayna Cápac, fueron los que, a mi juicio, “crearon” el clima de secesión en el Tahuantinsuyo, y también debieron alterar el desarrollo y consumo de la fauna marina.

Es posible que nuestro auditorio acepte que el eclipse del 10 de octubre de 1521 afectó el desarrollo de la fauna marina del litoral peruano; en el siglo 16 era el litoral del Tahuantinsuyo, sobre todo, después de que relacionemos los efectos de este eclipse con los efectos de los eclipses de Sol del 30 de mayo de 1965, el 12 de noviembre de 1966 y el 11 de septiembre de 1969 (figura 11), que contribuyeron a la depredación del mar peruano y provocaron la desaparición de la anchoveta; en consecuencia, se trata de las dificultades que ha atravesado la industria pesquera en el Perú, que pasó de ser el primer productor de pescado a nivel mundial en 1963 al colapso pesquero desde los años 1971–1972… depredación y dificultades que pueden repetirse, afectando el ecosistema marítimo, y las actividades en los litorales de Perú y Chile y, por ende, el consumo de los alimentos marinos, así como también las relaciones entre estos dos países, lo que coincide con la ocurrencia del eclipse del 12 de septiembre de 2034 (figura 12).

Ahora bien, aceptar que el eclipse de Sol del  25 de marzo de 1485 (figura 13) puso en marcha un reloj para la caída del Imperio de los Incas, también requiere aceptar, para el estudio de largos periodos de tiempo, que: los eclipses de Sol renuevan sus influencias cada 29,5 años y que sus efectos los apreciamos durante tres a cuatro años, cada 14 años antes de la renovación del ciclo de 29,5 años, y también cada 14 años después. Hecha esta precisión, decimos entonces que las manifestaciones del eclipse del 25 de marzo de 1485 las apreciamos entre 1529 y 1533: los años de la guerra civil entre Huáscar y Atahualpa y la conquista española por Pizarro. Para comprender mejor esto, podría ser de utilidad observar el  eclipse del 28 de abril de 1539 a lo largo del tiempo (figura 14).

Un eclipse total oscureció al Tahuantinsuyo en la mañana del 28 de abril de 1539, uniéndolo a España a través de la umbra. Asociamos este eclipse con la ocurrencia de las primeras guerras civiles entre los conquistadores; pero, a lo largo del tiempo, también lo asociamos  con el clímax bélico de la Guerra Civil Española, que se desarrolló entre 1937–1941, precisamente dentro de los cuatro años de manifestación del ciclo “sin fin” de 29,5 años del eclipse de 1539. Catorce años antes de 1539, el año 1525 registra los enfrentamientos entre Huáscar y Atahualpa, que desembocaron en la última Guerra Civil del Tahuantinsuyo. Siguiendo el ciclo de 29,5 años y sus cuatros años de manifestación, encontramos que los años 1524–1528 corresponden a un periodo de convulsión social para el Imperio Inka, convulsión que, de una u otra manera, se presenta 14 años antes y después de renovarse el ciclo de 29,5 años.

Pido al distinguido auditorio no tomar  a la ligera este tipo de cálculos y correlaciones porque pienso que son de gran utilidad para fechar investigaciones históricas.

De acuerdo con los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, Huayna Cápac debió haber quedado muy sobrecogido y tremendamente preocupado por el futuro del imperio debido a la ocurrencia  del eclipse del 10 de octubre de 1521 (figura 15), que oscureció al Tahuantinsuyo longitudinalmente, de norte a sur. Pero podría haber quedado más “aterrado” si hubiera alcanzado a ver el eclipse del 2 de febrero de 1525, que puso fin a su reinado, abrió el camino de la guerra civil entre los Incas y se trajo abajo al Tahuantinsuyo, es decir, la Caída de la Civilización Inka (figura 16).

Un eclipse de Sol anular que se produjo aproximadamente a las diez de mañana del 2 de febrero de 1525 y duró cerca de cinco minutos dividió transversalmente al Tahuantinsuyo en dos mitades. El efecto inmediato del eclipse fue la polarización de imperio en dos facciones, los Incas del norte liderados por Atahualpa y los Incas del sur liderados por Huáscar.

Los efectos iniciales de un eclipse duran hasta tres y medio a cuatro años y, en el caso del eclipse de 1525, hasta 1528 y 1529, años que contienen hostilidades, escaramuzas y la guerra civil propiamente dicha, que diezmó considerablemente los ejércitos de Huáscar y Atahualpa, facilitando la conquista española.

De acuerdo con la cosmobiología, las protestas, los enfrentamientos armados, los incendios y saqueos acusan un aumento con el acercamiento de Marte hacia la órbita de la Tierra; luego, si graficamos la trayectoria geocéntrica de este astro para los años 1525–1533, podremos conocer los años de mayor violencia civil y militar en las postrimerías del Imperio Inka (figura 17). Dentro de estos años destacamos: 1525, como la definición de las facciones de Cusco y Quito y las primeras hostilidades entre estos dos polos del Tahuantinsuyo; 1529, como la Guerra Civil entre los Incas en su fase de desbordamiento de la violencia; y 1533, como la conquista del Tahuantinsuyo por Francisco Pizarro.

Para tener una idea más clara de los efectos del perigeo de Marte o incursión de Marte hacia la órbita de la Tierra mencionaremos: los atentados terroristas ocurridos en Nueva York en el año 2001 y en Londres en el año 2005. Ambos hechos tuvieron lugar durante el año en que Marte se acercó a la Tierra (figura 18). Mencionaremos también la invasión alemana a Polonia, que dio inicio a la Segunda Guerra Mundial (figura 19), en 1939, otro año del perigeo de Marte. Asimismo, mencionaremos la masacre que llevó a cabo H. Cortés en 1521, año en que conquistó el Imperio Azteca, en el curso de otra incursión de Marte hacia la órbita de la Tierra (figura 20).

La caída del Tahuantinsuyo se inicia en 1525; en 1533, los españoles dan muerte a Atahualpa y se apoderan del Imperio de los Incas, pero la resistencia armada de los llamados Incas de Vilcabamba permitiría que la Civilización Inka sobreviviera hasta 1572, año en que el Virrey F. Toledo da muerte a Túpac Amaru I, el cuarto y último de los monarcas rebeldes del otrora Imperio Inka de gran esplendor. Diez eclipses de Sol (tabla 3 y figura 21) oscurecen el Tahuantinsuyo entre 1526 y 1575 y sus efectos están inscritos en los intentos vanos de los vilcabambinos por aniquilar a los conquistadores; pero esto forma parte de otra exposición sobre las influencias de los eclipses de Sol en el Incanato.

No es una coincidencia que un eclipse de Sol, como el de 1525, oscureciera el Tahuantinsuyo y el Imperio Inca sucumbiera. Vemos aparecer ejemplos de los efectos de este tipo de fenómeno al final de una época y el comienzo de otra; los eclipses “anuncian” el inicio de un tiempo nuevo, de una era nueva. Recordemos el final del dominio británico sobre lo que hoy son los Estados Unidos de América, que lo relacionamos con los eclipses del 9 de enero de 1777 y el 24 de junio de 1778 (figura 22); estos dos eclipses de Sol cruzaron los cielos de los Estados Unidos e inclinaron la balanza en contra de los ingleses, quienes dominaron ese territorio de América del Norte durante casi dos siglos (1607–1783).

La umbra de un eclipse de Sol trae un cambio de rumbo político, social y económico y, en su extremo negativo, podría generar enfrentamientos, divisiones, golpes de estado, guerras civiles y guerras fronterizas; pero, si sabemos encauzar los influjos de este fenómeno, podemos producir beneficios para grandes mayorías. Como ejemplo de lo expresado, citamos los eclipses del 10 de octubre de 1912 y el 3 de noviembre de 1994 (figura 23). El primero “influyó” en el presidente Fernando Belaunde Terry (n. 7 de octubre de 1912) y lo “indujo” a construir la Marginal de la Selva, una carretera ideada para unir a los diferentes pueblos de la Amazonía en América del Sur. El segundo eclipse, ocurrido el 3 de noviembre de 1994, produjo la revolución en las telecomunicaciones en el Perú; más que una modernización, este eclipse propició una revolución en las comunicaciones en el Perú.

Unos imperios sucumben y otros aparecen, unas eras desaparecen y otras emergen en un mismo lugar ¿Qué podríamos esperar del eclipse de Sol del 27 de febrero de 2082 (figura 24) que, al dividir al Perú en dos mitades, lo unirá a España, tal como lo hicieran los eclipses del 2 de febrero de 1525 y el 28 de abril de 1539 (figura 25)? Si nos lo proponemos, podríamos lograr el renacimiento de la Cultura Inka; claro está, siempre y cuando superemos los divisionismos entre los peruanos.

Ahora bien, si las Etnias Andinas dijesen: “Vamos a estar listas antes de 2082”, entonces deberíamos hacer coincidir la fecha del renacimiento de la Cultura Inka con los efectos el eclipse del 31 de mayo de 2049 (figura 26), año que contiene elementos de “antítesis de 1455”, ya que 1455 fue el año de la conjunción Urano–Plutón, que se presentó a la mitad del gobierno de Pachacútec, y 2049 es el año de la oposición Urano–Plutón. Por lo tanto, podemos denominar a 2049 como el “año del relanzamiento de la Cultura Inka que incorpora un reajuste al pensamiento conquistador, constructor y legislador de Pachacútec”.

Gracias.

Miami, 28 de septiembre de 2014


Llamadas, fuente bibliográfica y programas utilizados

Llamadas:

(1)Chankas: etnia que habitó los departamentos andinos de Junín, Ayacucho, Huancavelica y Apurímac

(2) y reorganizaron el Curacazgo del Cusco: primer periodo de desarrollo político

(3)Tahuantinsuyo: extensión geográfica del Imperio Inka que, en su mejor momento, alcanzó casi 2 millones de kilómetros cuadrados entre el Océano Pacífico y la Amazonia, de oeste a este; y entre el Río Ancasmayo, en la actual Colombia, y el Río Maule,  hoy territorio chileno, de norte a sur.

(4)http://commons.wikimedia.org/wiki/File: Geometry_of_a_Total_Solar_Eclipse_new.png

(5): http://recursos.cnice.mec.es/biosfera/alumno/1ESO/Astro/contenido6.htm

Fuente bibliográfica:

Cuando el Cielo se Viste de Negro. Rubén Jungbluth. Editorial EPISTRE 2014

Programas utilizados:

Sirius 1.3

Winstar 4.0

Rubén Jungbluth

(raja@astrovision.us      www.astrovision.us)

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