NUNCA PUDE HACER LO QUE QUISE

Un primo de mi esposa, quien vivió en Nueva York desde muy jovencito y se mudó a Florida cuando se jubiló, vino al Perú. Yo había pescado un fuerte resfrío, por lo que mi esposa e hija decidieron invitarlo a tomar desayuno en algún lugar de Lima y así evitar que vaya a contagiar al primo. 

Debo señalar que mi esposa también vivió en Nueva York desde muy niña, prácticamente, entre los años 60 y 70. Toda su familia emigró a Estados Unidos, y ahora estos primos tienen hijos, nietos, bisnietos, etc. Y, claro, como ocurre en los adultos de edad avanzada, la conversación en la mesa giró en torno a preguntar por cada uno de ellos y cómo habían crecido y también estaban ya envejeciendo. 

Mi esposa me contó que la primera hija del primo organiza eventos musicales al aire libre alrededor del mundo, con toda la escenografía fuera de este mundo, a los que asisten miles de fanáticos. En un momento, el primo dijo: “Eso es algo que me hubiera gustado hacer cuando fui joven”.

Luego mencionó que el hijo de su hermano es un joven brillante que viaja por todo el mundo haciendo reportajes y también grabando la vida de artistas para hacer los famosos celibrity shows, y volvió a decir: “Eso también es algo que me hubiera gustado hacer cuando fui joven”. 

¿Pero quién es el primo, a qué se dedicó toda su vida y por qué esa melancolía en sus relatos? En su juventud, fue un mozo brillante, con un gusto innato por el arte y la decoración. En el Perú, comenzó a trabajar a los 18 años como ayudante de decoración de las tiendas Tía (tiendas que podríamos comparar con lo que hoy son Saga Falabella en el Perú, o Saks Fifth Ave de Nueva York). Su jefe vio su gusto y el ánimo que le ponía a la decoración y dejó que vistiera las vitrinas como él imaginaba debían estarlo. 

El primo era una persona fuera de serie, todo un éxito, tanto así que decidió viajar a Nueva York a probar suerte. Pasaron los años, pagó el derecho de piso en tierras norteamericanas, pero terminó decorando las tiendas de la 5ta. Avenida de Nueva York. De acuerdo con los datos recopilados, debo aclarar que, a sus 18 años de edad, él era el hombre de la casa, ayudaba a su madre a mantener a sus 3 hermanos menores. 

Se acercaba el Thanksgiving (Día de Gracias) y el primo decidió hacer algo diferente en la decoración de la tienda Fortunoff, donde trabajaba. Con su gran habilidad mental e impecable gusto, decidió hacer una escultura inmensa con toda clase de utensilios. ¿Qué podía ser mejor que tener en la gran vitrina un hermoso pavo con todo su plumaje hecho de cucharas, tenedores, cuchillos, etc., dando la bienvenida a todos sus clientes? Fue todo un éxito.

Pero, por qué esa melancolía. Repasando pasajes de su vida personal, descubrí que él tuvo una infancia bastante difícil, no conoció a su padre, se hizo solo, tuvo que luchar por todo lo que quería y con una gran responsabilidad familiar sobre sus hombros (cual Atlas que sostiene sobre sus hombros el Mundo). Se casó muy joven, tuvo una hija, su matrimonio fracasó y se volvió a casar. Esta vez, encontró a la mujer que lo entendía y lo amaba, con ella tuvo una hija y, al poco tiempo, un hijo, y ahora me preguntarán ¿A qué hora nacieron estos niños? El último hijo nació a las ocho de la mañana, una hora que, aunque no produjo la separación entre los padres, hizo que la fama no le sonriera. El primo fue entrevistado por los mejores programas de televisión de Estados Unidos, tuvo muy buenos reportajes periodísticos, vendió algunas de sus esculturas, pero nunca encontró lo que busca todo hombre que no sigue un sendero espiritual: reconocimiento. Aunque vive bien, no es lo que él quería ser, él quería vivir en París, ser un gran escultor, tener fama, ser reconocido, viajar por el mundo con sus obras, pero todo se congeló a la hora en que nació su último hijo.

En cierta forma, es triste ver tantos talentos no reconocidos, ¿Por qué? Porque la fórmula no es solamente tener talento, ser bien parecido, rico o inteligente; es necesario tener suerte (“Tener la suerte de tener buena suerte”, como dijera en cierta ocasión el actual presidente peruano P.P. Kuczynski). Y ¿cómo definimos la buena suerte? Es la suma de las fuerzas cósmicas que intervienen desde tu nacimiento, abriéndote el camino para que llegues a tu meta sin las dificultades a que te somete el destino cuando naces en un momento que no es el más indicado (de acuerdo con el Eclesiastés, 3:1).

¡Ah!, si yo hubiera descubierto el Factor 3M del Éxito 30 años atrás, o algún profesor de cosmobiología me hubiera hablado al respecto, seguramente le habría recomendado al primo mudarse de casa, tener otro hijo o adoptar una mascota. Estoy seguro que ahora él estaría diciendo: “Estoy haciendo lo que siempre quise hacer”.

Recuerdo a un cantante que conocí muy de cerca, un amigo de la infancia de mi esposa, que tenía o tiene una voz tan potente que podía romper una copa. Él saltó a la fama gracias a un concurso y ganó un premio en Viña del Mar, pero no es conocido; “su estrella se apagó” poco tiempo después del nacimiento de su hijo. Un caso excepcional es el cantautor de fama mundial Julio Iglesias (acerca de quien se dice que no tiene voz, pero tiene ese NO SÉ QUÉ, que te cautiva, te envuelve mágicamente y quieres seguir escuchándolo), quien tiene cada vez más hijos más fama y más éxito. 

Entonces, ¿qué hacemos con nuestras vidas? ¿Cómo podemos llegar a materializar nuestros sueños? No voy a desdeñar los coachings de motivación ni los libros de autoayuda, pero necesitamos armonizarnos con el Cosmos o alinearnos con el Universo. Por encima de los calificativos de seudo ciencia, la astrología tiene las respuestas. 

Sí, las excepciones están presentes. Lo evidencia el multimillonario George Soros (n. 12 ago. 1930) quien, guiado por su intuición realiza muy buenas inversiones especulativas. Estas decisiones no se basan en estadísticas o proyecciones a futuro, sino únicamente en un dolor de espalda, según el libro de Malcolm Gladwell. Inteligencia Intuitiva, él “escucha a su cuerpo”. Pero,  ¿por qué no todos los que nacieron el 12 de agosto de 1930 son súper exitosos como Soros? Presumo que la respuesta no está en el zodiaco de los planetas y estrellas, sino en el zodiaco mental, que es lo que primero que debemos que superar si queremos alinearnos con el Cosmos para avanzar en la conquista de nuestros objetivos (como diríamos en un par de palabras: ser triunfadores).

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