“Me mudé…, pero no veo cambio alguno”

Eso fue lo que me expresó por escrito una consultante, que me visitó, precisamente para que le programe una mudanza astrológica. Ella y toda su familia (esposo y dos hijos) estaban atravesando momentos muy críticos en sus finanzas y habían puesto todas sus esperanzas en el Factor 3M del Éxito, puntualmente, en la mudanza de casa.  Confieso que me preocupó lo que leí, así que le pedí que nos reuniésemos para analizar porqué no se habían cumplido los pronósticos que le había hecho a partir de esa mudanza.

Durante la reunión, me relató que habían ingresado a la nueva casa en el día y hora exactos, su esposo lo hizo con su laptop y un pequeño maletín; sus dos hijos, con sus mochilas; y ella, con unos adornos para la sala. Antes del “gran día” no habían ingresado enseres, y los muebles y todas sus pertenencias empezaron a llegar recién diez minutos después de que los cuatro estaban en su nuevo hogar.

Realmente ellos habían aplicado bien las recomendaciones para hacer una buena mudanza. La situación estaba haciendo que me sonroje, mientras decía para mis adentros: “¿Dónde está la falla?”

“Algo tienes que haber hecho –le dije–: ¿Algún familiar habrá llegado a vivir con ustedes? “No”, fue la respuesta.

“Entonces, alguna mascota habrá ingresado a vuestro hogar”. “Bueno, sí, ingresaron dos perritos, pero no creo que sea por esta razón que me encuentra en igual situación que antes de venir a su consulta, y aún hasta con más problemas”, me respondió mi simpática consultante.

“Aunque no lo creas, pero en las fechas en que ingresaron estas mascotas podría encontrarse las causas de vuestro estancamiento, de la cuesta bajo de tu negocio. Por favor, dime en qué día y hora ingresaron los animalitos a tu casa”.

Una vez recibidos los datos, estudié el ingreso de cada una de las mascotas a la casa. Resultó exactamente lo que me había imaginado, que en la fechas de ingreso se hallaba la causa de todos los problemas económicos y conyugales que estaban atravesando mi consultante y su esposo.

La primera mascota había ingresado en un día de Luna Nueva, pero en el momento en que Júpiter no irradiaba una influencia positiva al Sol y la Luna, lo que se traduce en falta de éxito para los amos. La segunda mascota ingresó por la tarde (3: 30 p.m.), en un día de Luna Llena, lo que nos indica que la mascota habría de vivir en un hogar donde los amos se encaminarían al divorcio. ¡Ah!, el ingreso a las 3:30 p.m., que podría hacernos pensar que atraería buenos ingresos de dinero para los negocios de estos esposos, no se cumplió por el efecto de la Luna Llena.

La causa de que no se hubiera cumplido mi pronóstico era el desconocimiento de que el ingreso de una mascota a la casa sin una fecha astrológica apropiada se estaba encargando de desbaratar la economía y el matrimonio de esta pareja. ¿Existe un mea culpa? Por supuesto: el no haberle advertido de esta situación; pero, aunque hubiera querido hacerlo, no sabía cómo hacerlo, ya que esta historia ocurrió hace diez años (2005), cuando solo había dedicado tres años a investigar los efectos de las adopciones de mascotas. (Gracias a una amiga cubana, en 2002, ingresé a la cosmobiología aplicada a las mascotas, como un remedio para mejorar el quehacer de los amos).

Si la historia de esta familia se presentara en estos momentos en otra familia, ¿cuál sería la solución? Adoptar una nueva mascota y, según la naturaleza de los problemas de los amos, pedirles que adopten una mascota adicional, pero esta vez en un día y hora calculados astrológicamente para que dicha(s) mascota(s) operen como verdaderos condensadores cósmicos (un condensador es una pieza que absorbe y retransmite energía eléctrica). No es necesario tener otro hijo o mudarse, que es lo que recomendaba años atrás (“si tu hijo nació de noche y tienes problemas, necesitas tener otro hijo; si te mudaste en un día negativo para el cosmos, tienes que abandonar esta casa, etc.).

Es increíble y no exagero al decir que el bienestar que recibimos del cosmos podemos perderlo fácilmente porque desconocemos que nuestra prosperidad se comporta como un equilibrista de circo caminando sobre una cuerda floja.

Y el destino pone a prueba nuestra humanidad con los animales todos los días. Recuerdo el caso de un caballero que encontró a un perrito que había sido atropellado; lo recogió, lo llevó a la veterinaria y finalmente lo ingresó a su casa cuatro días después.

Muy pocos días antes de este suceso, este buen samaritano había recibido la buena noticia de un ascenso profesional. Diez días después del ingreso del perrito atropellado a su casa, el gerente de la empresa le dijo que su ascenso queda sin efecto hasta nuevo aviso.

Desconcertado, este caballero vino a mi consulta  y, tras analizar la hora del ingreso de la mascota a su casa, descubrimos que la denegación de su ascenso se debió al hecho de que Saturno (el impedimento) formaba un mal aspecto con el Sol (el amo, o sea, él). No cuento esta historia para que dejemos de asistir a un animal, sino para que sepamos que debemos tomar en cuenta que todo acto que realicemos debemos hacerlo con el conocimiento de que todo tiene su tiempo, que existe un tiempo para nacer, un tiempo para la guerra, etc., tal como nos lo enseña el Eclesiastés.

 Puedo contar cientos de historias parecidas a la de estos dos consultantes, lo que me lleva a afirmar la importancia de conocer cuál es el mejor día y hora para adoptar al nuevo miembro de la familia (mascota), con todos sus derechos y responsabilidades, y debemos tratarlo como a todo un miembro de la familia, máxime considerando que nuestro destino está en sus patas, así como en su pico, si fuera un papagayo lo que estamos adoptando. (Los papagayos están gobernados por Mercurio, por lo tanto, esta mascota es buena para los negocios de imprenta y de transporte).

 

 

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