El Factor 3M en la vida de mi esposa, Nora

Me gustaría compartir con mis amigos lectores el análisis que hice sobre algunos aspectos de la carta astral de mi esposa, quien es un testimonio viviente de mi teoría denominada “El Factor 3M del Éxito”.

En primer lugar, debo señalar que ella proviene de una familia que trabajó muy duro para salir adelante. Me expreso así por no decir que nació dentro de una familia bastante humilde.

Su primer hermano nació a las 9 a.m. y este primogénito falleció a los diez meses de nacido, justo cuando mi suegra estaba gestando a su segunda hija, quien nació a las 10 de la mañana de un día de enero.

Pocos meses después del nacimiento de esta niña, a mi suegro le ofrecieron un buen sueldo por administrar un restaurante de gran prestigio en el centro de la ciudad de Lima, capital del Perú. ¡A la familia le iba bien! Es decir, su economía era buena. La tercera hija nació exactamente catorce meses después durante la noche, y “la familia se derrumbó” cuando esta última niña llegó a los 14 meses de edad. Los años que siguieron fueron extremadamente difíciles para el hogar paterno de mi esposa, pues lindaban con la pobreza. El padre no veía la salida y la puesta del Sol, pues trabajaba muy duro, pero aun así no podía encontrar la manera de frenar su caída y la de toda la familia en el pozo sin fin en el que habían caído.

Pero nuestro Creador, “que aprieta, pero no ahorca”, oyó las súplicas de la familia y permitió que llegara al hogar la cuarta y última hija para que se cumpla la sentencia: “Por lo que te caes, por eso mismo te levantas”. La familia había caído con el nacimiento nocturno de la tercera hija y se enderezó con el nacimiento diurno de la última hija.

Entre la tercera y cuarta hermanas existe una diferencia de edad de exactamente 7 años y 6 meses. Cuando la cuarta hija llegó a sus 7 – 8 años, Al poco tiempo de nacida la última niña el padre trabajaba de taxista y pintor de carros, la situación económica de la familia seguía siendo muy delicada, porque tenían que transcurrir los años que separaban a la tercera de la cuarta hija y a los 10 años de edad el padre ingresó a trabajar de conserje en un ministerio y, naturalmente, esto ya aportaba algo más a la mesa a la hora de tomar los alimentos.

Pero todo esto era realmente muy poco para una familia que contaba con el respaldo cósmico de una última hija, Nora, nacida a las 3 y 30 de la tarde en un día de Luna Nueva; cuando su Luna Nueva había comenzado a proyectar las influencias de la fase de Luna Llena, que dura de tres a cuatros años y genera cambios de residencia y momentos de alto progreso material y espiritual.

Es más que una coincidencia, ya que estaba escrito en el Cielo. Cuando Nora llegó a sus 15 años de edad, la familia recibió la visita de un primo que vivía en New York y animó a las dos hermanas mayores a visitar dicho lugar.

Ya en Nueva York, las hermanas de Nora rápidamente encontraron un trabajo que les permitió mantenerse y ayudar con “alguito” a sus padres y su última hermana que aún vivían en el Perú.

La hermana mayor se casó, llegó el primer nieto y se presentó el motivo perfecto para que Nora y sus padres emigraran a Nueva York, ciudad a la que llegaron cuando Nora tenía 17 años y un mes, esto es, aún dentro del tiempo de las influencias de su primera Luna Llena (Luna Llena progresada).

Me cuenta Nora que en 1970 los trabajos sobraban, se daban el lujo de escogerlos, eso sí todos trabajaban y debían tener dos trabajos para poder ahorrar. Los padres y las hijas hicieron el dinero suficiente y llegado el momento sus padres compraron una casa, recibieron sus pensiones bastante generosas y pudieron vivir muy cómodos en el Perú.

Nora se convirtió en madre y su hija, que nació cerca de la medianoche en tiempo de Luna Llena, fue como el disparo de un cohete hacia el cielo, pues las puertas de los negocios y la buena vida se le abrieron de par en par y no se le cerraron, y siguen abiertas hasta el presente. 

“Te imaginas, Rubén”, me dijo ella hace pocos días, y esto es lo que me animó a escribir estas líneas: “Si nuestros padres hubieran conocido tu teoría del Factor 3M del Éxito”. “Bueno, le respondí, de seguro habría menos pobreza, pero, sobre todo, habría menos atropello del esposo hacia su esposa. Sí, menos abuso porque esta ofensa grave es el resultado de la inmensa frustración en la que vive el hombre y es provocado principalmente por el momento en que nace su hijo(a). Debemos ir, entonces, a la programación del nacimiento de los hijos. Y si no vamos a tener hijos, pues programemos las mudanzas de casa y la adopción de mascotas.

 

 

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