Seguramente que algunos coincidiremos en que el tiempo en el siglo XXI es el peor aliado del hombre (por no decir, el “enemigo del hombre”). Estamos en los primeros días de noviembre y, en unos cuantos días más, nos diremos: “Un feliz y grandioso 2017”.
¿Qué sucede, por qué sentimos que nos falta tiempo? ¿Acaso la hora ya no dura 60 minutos, el minuto ya no dura sesenta segundos?… “¡Wow!, se terminó el día y no pude terminar mis tareas” [En mi caso, no puedo dar respuesta a todos los correos electrónicos que recibo a diario] … ¿Será consecuencia de la vertiginosidad en que nos viene sumergiendo la Era del Aquarius, conocida también como Era del Electrón, o simplemente es una distracción cibernética? Una cosa sí es cierta, que si no caminamos rápido, llegaremos tarde.
Hoy que sí pude leer más correos confieso que entre los que recibí, me llamó mucho la atención el de una dama, a la que le agradezco por convertirse en un vehículo del Universo para que todos orientemos mejor nuestras vidas. Me permito compartirlo con mis lectores:
… aunque nunca he consultado contigo, ni te conozco, quiero agradecerte por haber cambiado mi vida, gracias a tus libros, escritos y videos.
Te cuento, conocí a mi esposo en el high school [colegio secundario]. Fue un amor a primera vista, teníamos 14 años y fuimos inseparables desde entonces. Hablábamos de nuestro futuro y, en una de esas, le dije que mi sueño era ser médico, él me dijo que ese también era su sueño. Al terminar los estudios fuimos a la misma universidad de medicina, pero salí embarazada en el último año y decidimos tener nuestro bebé gracias a la ayuda de nuestros padres. Terminamos nuestros estudios sin tropiezos de importancia y decidimos ir a Estados Unidos a hacer una especialización. No queríamos dejar a nuestro hijito y, con la ayuda y sacrifico de nuestros padres, los tres nos fuimos a New York. No fue nada fácil, pero pienso que el amor lo puede todo. Arreglamos nuestros horarios de clases y así pasaron 2 años sin problemas, empezando el 3er año de estudios, me embaracé nuevamente, pero el estrés, el estudio y las obligaciones eran tan fuertes que perdí al bebé al 3er mes, y es aquí que empieza mi historia contigo.
Después de la pérdida, sentí que el amor por mi esposo se había enfriado a tal punto que parecía que el crudo invierno de ese año en Nueva York era cálido. Algo nos pasaba; ya no había armonía y entendimiento, no nos teníamos ese amor de tantos años que fue “nuestro motor”. En mi desesperación por querer saber por qué vivía depresiva y, sobre todo, en mi deseo de romper el “hielo” que me separaba de mi esposo, me aislaba aún más sin quererlo; hasta que un día aprovechando que mi esposo había salido a jugar con la nieve con nuestro hijo, me puse a buscar “algo” en Internet (honestamente no sé qué) y, en eso, salió un video del programa Al Rojo Vivo donde tú hablabas de la cosmobiología. En ese momento, algo en mi interior hizo un “clic”; terminé de escuchar tan buena entrevista y comencé a ver otras entrevistas tuyas, googlée tu nombre, leí tus artículos, vi tus libros; en fin, esa misma semana compré tus libros electrónicos. No quería salir de mi casa, me puse a leer todo el día, es más, toda esa semana que, para mi buena suerte, me encontraba de vacaciones, leí todo lo que decía Rubén Jungbluth.
Empapada de todo lo que había leído, comencé a analizar la hora de nacimiento de mi hijito y mi pérdida, después analicé las horas de nacimiento de mi esposo y la mía; y allí estaban todas mis respuestas, tanto las de mi dicha como las de mi desdicha.
Mi hijo nació en Luna Nueva [esposo y esposa juntos], todo era hermoso para nosotros; pero la pérdida fue en Luna Llena [esposo y esposa se enfrentan y hasta se separan]: aquí empezó el enfriamiento. Pero, afortunadamente, me dabas la solución en tus escritos.
Un día de Luna Nueva en que mi esposo estaba durmiendo en su sofá cama y yo en el cuarto con mi hijo −te narro esto para que veas hasta donde había llegado nuestro enfriamiento matrimonial−, me armé de coraje y, mientras me repetía lo que siempre dices del Eclesiastés: “Existe un tiempo para nacer, un tiempo para no nacer…”, decidí arreglar mi matrimonio. Desperté a mi esposo y le dije: “Contéstame con un sí o un no”. Él me respondió: “O.K.” Entonces, le pregunté: “¿Me quieres?” Me respondió: “Sí”. “Yo también te quiero”, le dije. “¿Hay alguna persona que te interese más que yo?” Me contestó: “No”… Me acerque y lo besé y empezamos a amarnos de nuevo, era muy incómodo el sofá, pero en ese momento no me importaba nada más que él, solo quería amarlo como antes y él también. Había amor entre nosotros, pero esa Luna Llena estaba complotando para separarnos y, según tú, esto podría ocurrir dentro de los cuatro años que dura su influencia.
Quedé embarazada, estábamos muy felices, pero a la vez asustados y con miedo de que pudiera perder dicho embarazo o alumbrar mi bebé en Luna Llena. Terminó nuestra especialización y regresamos a nuestro país, y yo seguía embarazada. Por cierto, busqué un día de Luna Nueva para hacer el viaje de regreso a nuestro país e ingresar a mediodía a la casa de mis suegros, donde viviríamos. Ya no podía darle oportunidad al azar, tenía que mantenerme unida a mi esposo.
Rubén, soy sincera al decirte que no podía pagar tus servicios mientras estaba gestando a mi bebé, pero rogaba a Dios y a todos los santos que no estuvieras errado con tus teorías y que mis cálculos de pitonisa no me fallaran, porque me estaba jugando el todo por el todo… Mi segundo bebé, que ya tiene un año y medio, nació en Luna Nueva y a mediodía. Nuestras actividades médicas están creciendo cada vez más; nos hemos embarcado en la compra de un buen consultorio y nos hemos ganado el respeto de nuestros padres y amigos.
He leído que el 13 y 14 [de noviembre] por la noche tendremos la oportunidad de ver una inmensa Luna Llena. Me sobrecojo al saber esto. Sí, no negaremos que la Luna Llena es muy hermosa, pero también es muy peligrosa y hasta fatídica, por eso dicen bien los judíos que cuando hay Luna Llena, el Diablo anda suelto.
Rubén, te escribo, poniendo como testimonio para tus lectores lo que la Luna Llena ha representado para mi familia, para que sepan que hacer o esperar de esta próxima súper luna [denominada así porque veremos a la Luna Llena extremadamente cerca de la Tierra].
Permita Dios que algún día pueda conocerte.
[A lo largo de la historia, las grandes civilizaciones han exaltado a la Luna Llena a través de rituales, cánticos y, sobre todo, meditaciones. Sí, desde el punto de vista espiritual, la Luna Llena representa la Luz que necesitamos para Iluminar nuestro ser; pero, desde el punto de vista mundano: “¡Mamma Mia!”. Si se hiciera una estadística, seguramente que menos de un 15 % de madres podrían decir que están llevándose bien con su esposo después del nacimiento de su hijo en Luna Llena… y, en el campo de los negocios, que estos están yendo bien después de la inauguración del local de venta en Luna Llena, que el matrimonio está caminando como cuando eran enamorados, etc.]