Con el consentimiento de mi consultante, transcribo lo que me escribió en junio de 2018 como argumento para pedirme una entrevista con la finalidad de encontrar una salida que la saque del problema en que cayó y volver a enrumbar su destino:
10 años atrás, conocí al hombre de mi vida, tenemos un hijo, trabajábamos juntos y no teníamos problemas de dinero; en pocas palabras, éramos una familia ideal. Con un desgarrador dolor en mi corazón debo decirle, Ing. Jungbluth, que éramos muy felices hasta hace pocos meses.
El 1 de junio, mi pareja me dijo que le habían ofrecido un trabajo fuera de la ciudad donde vivimos. Dicho trabajo nos pareció interesante, pues era un reto para su profesión y lo animé a que aceptara y acordamos que él vendría a visitarnos los fines de semana.
Pasaron 4 meses y todo estaba normal, hasta que, de repente, comenzó a poner pretextos para no venir a casa, ya fuera por el trabajo, el cansancio, etc. Yo entendí que quizás tenía mucha presión en la oficina, ya que la responsabilidad que estaba cumpliendo lo llevaba a estar con los más altos ejecutivos de la empresa y estos, según me decía mi esposo, eren muy exigentes; y cuando, según él, podía visitarnos, la forma de hablarme y acariciarme ya no era la misma, hasta que un día me dijo que tenía que viajar fuera del país y que no vendría por dos meses; pero la intuición femenina, mi corazón, me decía que era algo más, que había algo que me estaba ocultando.
Viajé a la capital para averiguar la razón de su cambio e inquietud, y resultó que ya había otra mujer; él no estaba saliendo del país por dos meses, sino que se estaban mudando para vivir juntos. Para mí fue un shock tremendo, pero lo tomé con mucha tranquilidad y lo dejé ir.
Después de unos tres meses, intempestivamente lo despidieron del trabajo y también se terminó el amor con aquella mujer por la que me había cambiado, ya no podía mantener sus caprichos y lo botó de su casa como a un perro pulgoso. Me llamó dos meses más tarde y me dijo que quería volver, que estaba arruinado, todas sus tarjetas de crédito estaban copadas, y no tenía ni un centavo. Tal era su pobreza que no podía darme dinero para pagar la cuota mensual de la hipoteca de la casa.
Al verlo así, tan decaído y desmoralizado, sentí que debía recibirlo, pero no podía perdonar su traición, así que, con el dolor de mi corazón, le dije que no viniera, que no necesitaba nada de él, y al final terminó en la casa de un hermano. Hoy, no sé nada de su vida, pero le escribo porque necesito que me ayude a enrumbar mi vida, porque no quiero quedarme sola en la vida”.
He tratado de ser breve en este relato, para pasar a explicar rápidamente las razones cósmicas de la separación y caída de la pareja de mi consultante, y después señalar las salidas para ella. Las raíces del problema se hallan en el nacimiento del hijo de ambos, a quien llamaré Pedro, y la mudanza de casa:
Cuando Pedro nació, el Sol y Venus estaban en conjunción en la Casa XII de su carta natal. Para todo astrólogo, esta sola mención cósmica es una clara señal de que el padre de Pedro estará expuesto a pisar trampas amorosas, por no decir que vivirá amores clandestinos, y, aunque él no le hubiera sido infiel a su pareja anteriormente, esto cambió al nacer la criatura. Pedro fue el gatillo o detonador. Pero hay algo más: el nacimiento de este niño se produjo antes de la 8 de la mañana, por lo tanto, el Sol (símbolo del padre) se ubicó en la casa XII: casa del destierro, en este caso, el destierro del padre. (Si la Luna se ubicara en la casa XII en el momento del nacimiento de una criatura, es la madre la que estará ausente en la vida de la criatura).
Pero Pedro no fue el único detonador del final de la relación de estos esposos; la fecha en que se mudaron fue el segundo y quizás el más importante detonador de la destrucción de la relación, toda vez que se mudaron en un día y hora en los que los astros no presentaban buenos auspicios, entre los que destacamos la presencia de la Luna Llena y que la mudanza se hizo a las 5 de la tarde, justo en el momento en que los planos cósmicos dirigen sus fuerzas hacia la relación matrimonial y la relación de la sociedad, lo que ciertamente la “destruye” o, por lo menos, le imprime menos oportunidades de progreso, por causa de la Luna Llena.
Una mudanza, el nacimiento de un bebé o la adopción de una mascota en Luna Llena no traen beneficios para los esposos, padres y amos. En este caso, ella ha quedado “marcada” para empezar una nueva vida (que no señala desarrollo) y él está destinado a vivir en el ocaso.
Como esta fecha de mudanza perjudicaba el futuro de mi consultante, le recomendé que se mudara de casa, si ella quería crecer y desarrollarse profesionalmente tenía que mudarse, y la nueva mudanza también le daría la oportunidad de perdonar a su esposo, algo que no podría hacer mientras viviera en la casa que le trajo tantos problemas, por causa de las influencias de la Luna Llena (la cual desune, no une).
Y también le recomendé que se mudara porque, cuando ella se mudó a la casa donde vive, el planeta Marte se ubicó de manera inarmónica en la casa II, lo que le trae fugas de dinero y cero ahorros. También le recomendé que adoptara una mascota un año después de dicha mudanza, le sugerí que fuera un gato, porque sintoniza mejor con la mujer.
He narrado brevemente esta historia de una consultante para decirles a mis amigos lectores que estoy contento por un lado e incómodo por otro. Contento, porque cada año que transcurre, un creciendo número de estudiantes y profesionales de astrología y cosmobiología está aplicando el Factor 3M del Éxito; pero, a la vez, me siento incómodo porque hasta ahora no he logrado alcanzar un mayor número de estudiantes y profesionales para decirles que no solo se trata de una Luna Nueva o Luna Llena para mudarse, o tener un bebé o ingresar a una mascota a casa, ya que se deben analizar las posiciones de Saturno y Júpiter con respecto a las luminarias, para que no haya ángulos inarmónicos entre los mismos. Sí, el asunto es complejo, pero muy reconfortante cuando los consultantes nos recomiendan a otros después, diciendo “a mí me va bien, después de la mudanza me está yendo bien”, “me va bien después del ingreso de mi mascota”, etc.
Los dejo por ahora y les pido que reflexionen sobre el Eclesiastés (3,1-8): “Todo aquello que sucede bajo el Sol (sobre la Tierra) tiene su tiempo y su medida, existe un tiempo para nacer…”.