La Luna acorralada, las almas de la madre y…
De acuerdo con la hora de nacimiento, Saturno se ubica en cualquiera de las doce “casas” que tiene el horóscopo, pero, según el día de nacimiento, este astro puede entablar buenos o malos aspectos con los astros del sistema solar y las estrellas que “forman” las constelaciones.
En la casa 1: sin considerar su relación con los planetas y constelaciones, por su mera “presencia”, Saturno “hace” a la persona autosuficiente, cautelosa e inabordable (en las damas, este tipo de influencia contribuye a la soltería). Su figura es delgada y, en casos especiales, su conducta proyecta estados de desconfianza, abatimiento y depresión.
En la casa 2: la persona cuida el dinero, se maneja con presupuestos y se halla cómoda trabajando para el gobierno y la industria (muchas veces, la industria textil y de curtiembres).
En la casa 3: sus pensamientos son profundos y sus expresiones mayormente lacónicas.
En cada casa o sector del horóscopo, Saturno asienta su influjo, pero estaría incompleto si no adicionamos las relaciones con otros astros (planetas, asteroides y estrellas).
El 27/04/16 señalamos que: “Cuando Saturno se cruza en el nacimiento de un bebé” y no se alinea bien con el Sol, es decir, cuando ambos astros están unidos por un aspecto de cuadratura u oposición, el rechazo, la crítica, la adversidad y la execración “se adhieren” al padre. En muchas ocasiones, la crítica y el rechazo son la consecuencia de la conducta de superioridad y tiranía del padre, que el hijo copia y, en determinado momento este sufre el rechazo, la adversidad y execración que sufrió el padre.
Esto es precisamente lo que se debe observar cuando se programa el nacimiento de un bebé, así como el hecho de que Saturno no “acorrale” a la Luna (que entre ambos astros no existan ángulos de tipo cuadratura, quincuncio u oposición) porque la depresión atrapa primero a la madre y después al bebé, mayormente, cuando este llega a la juventud y adultez; esto atrapa pocas veces a los bebés durante la infancia (depresión infantil).
Más el 30% de los nacimientos (y más del 30% de las pérdidas de embarazos) que tienen lugar durante el mes acusan una “mala relación cósmica” entre el Saturno y la Luna. Es decir, más del 30% de las madres acusan algún grado de depresión posparto cada mes. De este porcentaje, un número importante de madres necesitan atención psiquiátrica e, inevitablemente, se vuelven farmacodependientes y vivirán con esta enfermedad del alma y de la mente, que es terrible, hasta que alumbren a su siguiente hijo; pero el nuevo bebé debe nacer libre de todo contacto negativo entre la Luna y Saturno para que la madre supere rápidamente la depresión.
Recuerdo a una señora que iba a convertirse en abuela de una bebé en menos de dos meses. Su hija, la futura madre, nació cuando la Luna recibió ángulos de oposición de parte de la triple conjunción Saturno – Urano – Neptuno (02 de julio, de 1989). Por veinte años, la futura abuela vivía con depresiones y la futura madre había sido internada varias veces en el hospital por intento de suicidio y para ser tratada por depresión.
La bebé nació según el cálculo cosmobiológico el 05 de mayo de 2011, en el momento en que la Luna y Saturno al unísono proyectaban un buen ángulo. Cinco años más tarde, la abuela me manifestó que las tres eran muy felices, que la depresión de ambas, la abuela y la madre, había desaparecido tras el nacimiento de la bebé y ya llevan cinco años sin haber tenido episodio alguno de esta enfermedad.
El 30% de madres con depresión posparto y el 30% de damas con depresión posaborto es un porcentaje alto para una humanidad que quiere ser feliz. ¿Qué debemos hacer para que dicho porcentaje disminuya? Solo tenemos una respuesta: programar el nacimiento de nuestros hijos mediante la cosmobiología, para que estos hombres y mujeres del futuro nazcan sin las influencias negativas de Saturno (el planeta que dominó a la humanidad durante los últimos dos mil años; una humanidad triste, aunque no se quiera reconocer). Madres: no debemos permitir que nuestros hijos nazcan guiados por el azar, Dios nos dice a través del Eclesiastés que todo tiene su tiempo, que existe un tiempo para nacer y un tiempo para no nacer. Encontremos el tiempo oportuno para el nacimiento de nuestros hijos con la ayuda de la cosmobiología. Solo así podremos asegurarnos de que nuestros hijos tengan vidas felices y serenas.