(Extraído de La Mascota del Cambio y la Fortuna)
Queda claro, entonces, que el Sol representa al hombre, y simboliza la autoridad, el éxito y los cargos importantes.
La Luna, en cambio, representa a la mujer adulta y madre de cualquier edad y simboliza los cambios de domicilio, los negocios estacionales y los relacionados con alimentos bienes raíces y hotelería.
Saturno, en su lado positivo representa la productividad, la prudencia, el buen manejo de las circunstancias, y su extremo negativo, los retrasos e impedimentos, la depresión y la pobreza, así como la represión, los fracasos, la adversidad, la “mala suerte” y la execración.
Júpiter representa el prestigio, la buena suerte, la fortuna y Mercurio, la inteligencia, la comunicación, el estudio y la habilidad de las personas.
Venus, por su parte, simboliza la belleza, lo agradable, la alegría, los placeres y la vida sentimental, y al otro extremo Marte nos inclina a la pasión, el deseo, la lucha, la conquista, los ataques, la violencia y la guerra.
Urano representa la ciencia y la tecnología, lo nuevo, lo ultramoderno, la radioactividad, la cibernética, las anticipaciones y las utopías. Neptuno influye sobre la intuición, la videncia, la integración, la colectivización, la compasión, la piedad, y al mismo tiempo sobre el psiquismo, la desilusión, la evasión, la distorsión y la estafa.
Finalmente, Plutón , impulsa la transformación, a través de la destrucción o la reforma. Nos ayuda entonces en el renacimiento de personas y cosas, la riqueza en todo sentido, la regeneración y la redención y con la misma fuerza puede impulsar la obsesión, la corrupción, la perversión, la crueldad sin límites, los secuestros, las dictaduras despiadadas, el terrorismo y lo infernal.
Existen, otros astros, que sin ser planetas, también influyen sobre nosotros a través de sus energías. Tal es el caso de Kirón , que representa el peregrinaje, los viajes con un propósito definido, el sanador, el guía, la devoción a una causa y la inmolación; en tanto que su extremo negativo simboliza la búsqueda sin fin, la desorientación, el hombre herido, el hombre perseguido y la lucha inútil. Ícaro , que incita a conquistar las altas cimas del prestigio y cuyo lado negativo simboliza caídas estrepitosas, principalmente por un mal manejo del orgullo y la
vanidad. Y Pallas, la octava superior de Mercurio, que representa la alta inteligencia y la sabiduría, pero que aparta a los niños de su infancia.