Esta es la historia de un carpintero que tuvo un día de problemas en su trabajo, pero que al final de su jornada pudo darle una inolvidable lección a un amigo granjero.
Un granjero, después de pensarlo mucho, decidió reparar una vieja casa que tenía en su granja; por lo que contrató a un carpintero que se encargaría de la remodelación.
Al finalizar el día, el granjero fue a revisar como iban los trabajos y se percató que el carpintero había tenido muchos inconvenientes. La cortadora se había malogrado por lo que el carpintero perdió una hora de trabajo; asimismo, su viejo camión se negaba a arrancar.
El granjero ofreció llevar al carpintero a su casa, el cual estuvo en silencio durante todo el camino. Cuando llegaron a su casa, el carpintero invitó al granjero a conocer a su familia. Sin embargo, antes de ingresar a su casa, el granjero se detuvo frente a un pequeño árbol y estiró sus brazos para tocar sus ramas con ambas manos. Cuando se abrió la puerta de su casa, ocurrió una sorprendente transformación. El bronceado rostro del carpintero estaba lleno de sonrisas, abrazó a sus dos hijos, besó a su esposa y presentó su familia con el granjero.
Finalmente, el carpintero acompañó al granjero hasta su auto para despedirlo. El granjero se quedó muy intrigado por lo que el carpintero hizo en el árbol antes de ingresar a su casa y le preguntó:
“¿Por qué tocaste el árbol antes de entrar a tu casa?”
Ante el asombro del granjero, el carpintero le respondió:
“Ah, ese es mi árbol de problemas. Lamentablemente, yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa si es segura: esos problemas no pertenecen a mi casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así es que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa y luego en la mañana los recojo otra vez y continúo sonriendo. Lo más curioso es que al día siguiente cuando voy a recoger mis problemas, ya no hay tantos; es más, ni me acuerdo qué pasó”
Queridos lectores, qué importante es aprender de esta historia. A veces, somos injustos con nuestros seres queridos cuando ellos no tienen idea ni la culpa de lo que nos pueda pasar.