LO TENÍA TODO, PERO NO ERA FELIZ

La sensación de vacío me mataba

“Rubén, seguramente a tus lectores les parecerá increíble mi testimonio, pero confío en que pueda ayudar a comprender lo que le toca vivir a cada persona:

Al año de edad, mi madre, una madre soltera, me dejo “encargada” (¿abandonada?) con una señora, quien tenía dos hijas. Mi madre nunca apareció y con el tiempo me convertí en la cenicienta de mi nuevo hogar.

Mis “hermanas” iban a un colegio de paga, en tanto que yo iba a uno nacional; me refugié en los libros y mi mente bloqueó toda clase de sentimientos, lo único que quería era tener la mayoría de edad para largarme de esa casa.

Pasaron los años, terminé mis estudios y comencé a trabajar en una tienda de ropa, donde juntaba cada centavo que ganaba, pues sabía que si tenía dinero y educación nadie me trataría nunca más como una niña recogida y abandonada.

Ingresé a la universidad, y como soy muy hábil para las matemáticas, me puse a estudiar contabilidad y algunos cursos de negocios internacionales, y terminé de estudiar a los 25 años.

Estudiaba en la universidad de noche y trabajaba de día en la tienda de ropa donde me inicié laboralmente. Aprendí el teje y maneje de las ventas y comencé a viajar a China con mi jefa y dueña del negocio; un tiempo después yo viajaba sola y los estilos que escogía gustaban mucho a los clientes.

Pero como nunca faltan los problemas, el esposo de mi jefa comenzó a proponerme cosas que no estaba dispuesta a aceptar, así que un día le dije a mi jefa que me iba y que le agradecía todo lo que me había enseñado. Cuando me preguntó por qué no quería seguir, quise decirle: es por su esposo, pero callé y, claro, no se sintió cómoda y me dijo: “Ojalá no seas mi cuchillo”.

Seis meses después de salir de mi trabajo, comencé a viajar a China, al comienzo, tuve que prestarme dinero de conocidos, traía adornos pequeños para las casas, y alquilé un pequeño mostrador en una tienda para enseñar mi mercadería.  Dos años después, ya tenía mi propia tienda y mi negocio crecía como la levadura.

Sí, pienso que todo era producto de que mi mente estaba enfocada en hacer dinero, pero mi alma estaba enferma. Hablé con psicólogos; unos me recomendaron que haga Yoga; y otros, meditación.

Mi vacío interno era tan grande que una noche frente a la computadora escribí: ¿Por qué me abandonaron? Y salió un artículo en el que hablabas del abandono y su relación con Quirón; sentí que el artículo había sido escrito para mí, que estoy lista para solucionar los problemas de todos, pero no encontraba cómo sanar mi alma.

Fue tanta mi curiosidad que te busqué, pues solo quería que me explicaras por qué fui abandonada, qué habría hecho en mi vida pasada, cuál era mi karma. ¿Podría encontrar la felicidad? ¿Dejar de sentirme vacía?

En tu consultorio, después de hacer mi horóscopo, recuerdo que me dijiste: “Vamos a ver si naciste a la hora que dices. Si es correcta la hora que me diste, fuiste abandonada por tu padre antes de nacer y tu mamá hizo lo propio cuando tenías un año de edad”.

Rompí en llanto, y tú, al ofrecerme un pañuelito de papel, me dijiste: “Te voy a explicar por qué tenías que ser abandonada. En esta vida todos tenemos una misión, y las cosas nos pasan por alguna razón”.

Una vez que me explicaste que mi orfandad era igual a la orfandad que sufrió Quirón, aquel médico griego huérfano de padres que curaba a la gente, parecía que las toneladas que pesaban sobre mis hombres se hubieran evaporado; me liberé y dejé de renegar de mi suerte al instante.

Después de tu consulta pude encontrar una pareja, me volví más humana, y hasta tuve el valor de ir donde mi tía (que es como llamaba a la señora que me crió) y agradecerle por haberme recogido y tratado como me trató, porque ahora soy una mujer de éxito y muy feliz gracias a todo lo que viví,”.

Qué tremenda historia. Después de leer el mensaje de Martha, que es como llamaremos a esta consultante, vino a mi mente el cuento de un hombre que se quejó con Dios porque le habían dado una cruz muy pesada. Complaciente, Dios lo llevó a un cuarto donde había muchas cruces y le dijo: “Mira, Juan, pon tu cruz en algún lado y escoge entre todas estas cruces la que más te acomode”.

Juan empezó a probar una por una y decía, esta es muy liviana, la otra muy pesada, esta muy chica, esta muy grande y, de repente, vio una cruz en la esquina, la cargó y le dijo a Dios: “Esta es la que me queda mejor”, y Dios le respondió: “Me alegro de que hayas encontrado una cruz que te acomode, pero esa cruz que acabas de escoger es la tuya”. Todos tenemos una cruz que cargar, pero depende de nosotros sintonizarnos con ella (para sacar el mejor provecho, el máximo beneficio, tanto para nosotros como para los demás).

(Por la emoción, Martha omitió contarnos que es dueña de una clínica de tratamientos holísticos, actividad que siempre atrae a las personas influenciadas por Quirón, como es el caso de Martha, particularmente, cuando este asteroide está ubicado en la casa 2 del horóscopo natal).

 

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